martes, 27 de octubre de 2009

No aguantaba más

Es digna de admiración la falta de memoria. El tema es así: si el humano recordase todo constantemente no tendría posibilidad de asimilar cosas nuevas. En esto el cerebro humano se parece a su aparato digestivo. ¿Hace cagadas? Si, pero no me refería a eso, me refería a la posibilidad de descartar lo que ya no le sirve. Entonces, esa multitud que lloró ante ese dibujo genial en el field del Estadio Azteca en el partido contra Inglaterra, como lo hizo ante otras obras de arte del genio en las canchas, se transformó en una miriada de hipócritas que se horroriza porque este artista dice algunas cosas, tales como las que ellos repiten a diario. La diferencia entre el artista, el genio y el mediocre, el imbécil, es el uso del cerebro: aquel guarda y usa lo que aprende, el segundo no aprende más. Temo, porque esto le está pasando a un montón de compatriotas que, envidiosos del que saben más que ellos, claman por venganza: Renuncia! Despido! Sanción! Pero, más temo que muchos de mis colegas, amparándose en un estúpido sentimiento de casta piden lo mismo y no reconocen los propios errores, las propias bajezas, los propios renuncios, las propias estupideces. Obviamente, me siento más cerca de Diego que de ellos. Quiero más al artista, al genio que se la juega, que a un mediocre cobarde.

Maradona no es una persona cualquiera
es un hombre pegado a una pelota de cuero.
Tiene el don celestial
de tratar muy bien al balón.
Es un guerrero
es un ángel y se le ven las alas heridas
es la Biblia junto al calefón.
Tiene un guante blanco calzado en el pié
del lado del corazón.
No me importa en que lío se meta,
Maradona es mi amigo
y es una gran persona (el diez).
En el alma guardo la camiseta de Boca
que me regaló alguna vez.
Diego Armando
estamos esperando que vuelvas,
siempre te vamos a querer,
por las alegrías que le das al pueblo
y por tu arte también.

¡Gracias Diego!

¡Gracias Andrés!

viernes, 2 de octubre de 2009

Una renuncia

Les comunico que hoy he enviado el telegrama de renuncia al cargo que ocupaba en el Secretariado de la Asociación de Prensa de Buenos Aires.
Era una decisión que debí haber tomado en abril pasado, cuando un comunicado apócrifo del sindicato, adverso al Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, fue publicado en el diario Clarín -casualmente-, sin que esa hubiera sido la posición oficial de la APBA.
La segunda aparición del sindicato fue esta semana, en el mismo diario, en igual línea que aquella de abril, otra vez sin que fuera -en la teoría- la posición oficial de APBA, pero esta vez reflejando una demostración callejera.
La APBA está adherida a la FATPREN que respaldó el proyecto y quedar involucrada de manera confusa en estas situaciones afectan a la organización. Aunque, no sería leal desconocer que la ambigüedad de la posición del sindicato porteño sobre el proyecto, expresada ante el Congreso y en las posteriores comunicaciones dejan un amplio margen para cualquier tipo de interpretación y actitud.
Es más, esa postura alienta una postergación del tratamiento del proyecto, que no significa una dilación en el tiempo, sino que implica de manera solapada el mantenimiento del status quo, es decir el apoyo liso y llano a la ley de facto de Radiodifusión y sus modificatorias que favorecieron a los monopolios y que perjudicaron a los trabajadores con la precarización laboral y la desaparición de más de 250 equipos de noticias en todo el país en menos de 15 años.
Respeto la posición de todos y cada uno sobre esta norma -a la cual personalmente respaldo desde hace varios años- y sigo tragándome sapos en honor de la disciplina de las organizaciones, pero me molesta cuando se me involucra de manera inconsulta en hechos que no comparto yo o -por lo menos, en los papeles- esas propias organizaciones y cuando el debate se transforma en un sainete digno de Vaccarezza, aunque sea modernizado por el correo electrónico.
En mi opinión -que no quiero que nadie comparta-, la picardía es graciosa en los niños, pero es traición entre los adultos. La pasividad es una cualidad entre los monjes budistas, pero puede confundirse con pelotudez en los latinos. Según mi documento, soy adulto y latino.
Estos motivos son sólo algunos de los que me llevaron a enviar mi renuncia irrevocable al Secretariado de la APBA, si a alguien les ineteresaran, las otras circunstancias las puedo exponer personalmente.

Nota: La foto es sólo porque admiro a Bogart y me puede Casablanca.