¡Espectacular! ¡Genial! ¡Impresionante!
Cuando un tipo sabe, se nota. Especialmente si está rodeado de mediocres. Y, en estas dos semanas reapareció en toda su estatura un tipo que sabe, que conoce. El indescriptible Carlitos dejó a la luz pública todo el entramado berreta de la política nacional. Ojo, no de los políticos, sino de toda la política, incluida la que se hace en la calle, en el laburo y, en especial, la autodenominada "clase media". Ese sector es el que Carlitos mejor conoce y lo mueve como quiere.
Los hizo soñar con pertenecer al primer mundo, los hizo viajar, comprar, endeudarse, los hizo clamar por privatizaciones, de las que los idiotas después se quejan cuando no saben cómo van a pagar la prepaga, el cable, los peajes, los servicios, o cuando despotrican contra el ferrocarril sin inversiones o desactivado. Él mientras hizo sus negocios y llenó sus cuentas.
Pero Carlitos también sabe leer a sus colegas: tanto que, sin darles bola, se va a jugar al golf mientras ellos se debaten en disquisiciones pelotudas para hacerse con un pedazo de poder. Él sabe de poder. Los desairó y ellos sólo atinaron a criticarlo, a hablar de supuestos acuerdos espurios con el gobierno. Él siguió en la suya.
Cuándo terminó con el hoyo 18, regresó, les impuso sus condiciones a los mismos que lo habían criticado -incluyendo a la descartable clase media porteña- y se coló en los lugares que quiere tener el resto de este año y el que viene para negociar mayores prebendas cuando los candidatos tengan apuros y se termine el paso de danza torpe entre gobierno y oposición.
Él solito, despreciado por la mayoría, por los "que saben", les mojó la oreja a todos. Tanto que los que unos días antes lo habían denostado pretendieron haber olvidado sus estupideces y le dieron lo que quizo. No son iguales a él, son menos.
Como sus dos mayores adversarios -Eduardo y Nestor-: no es bueno, ni malo, es simplemente un animal político. No pueden parar de hacer política, no quieren dejar de buscar el poder, los tres abrevaron en Perón. Los demás apenas llegan al nivel de Rasca y Pica.
Es una lástima que haya lugar para sólo uno de los tres y yo no quiera a ninguno.
viernes, 5 de marzo de 2010
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