viernes, 25 de junio de 2010

Cositas del fútbol y el mundial


Hoy terminó la primera ronda del Mundial y ya estoy podrido de escuchar la voz temblorosa de Shakira cada vez que está por empezar un partido, para colmo ni siquiera la muestra y, como sabe cualquier mortal de sexo masculino, lo más interesante de la colombiana no se vincula con su voz.

Pero, más que esto me preocupa la locura salió a luz desde que comenzó esta etapa del campeonato. Aprendimos cosas maravillosas sobre los países que participan de ella.

En Sudáfrica, por ejemplo, el fútbol es un deporte de negros que tocan vuvucelas y que hablan inglés. Sin embargo, la mayoría de ellos no tenía un mango como para pagar la entrada, por lo que tuvo que ver los partidos que se jugaban en su propio barrio a través de las pantallas. Mientras los boers, que hablan afrikans y no les interesa el fútbol tanto como el rugby o el cricket, llenaron las tribunas, pero no para ver al equipo dueño de casa sino al Holanda de sus mayores.

Con los neocelandeses nos quedamos con las ganas de disfrutar el mejor espectáculo que podía venir desde esas tierras: un haka, esa danza guerrera a la que nos acostumbrara su seleccionado de rugby: los All Blacks. Es que, al revés de lo que pasa entre los anfitriones, en las islas el fútbol es cosa de blancos, tanto que el equipo se viste de ese color y se autodenomina All Whites. Los maoríes, cuanto más lejos, mejor.

En Estados Unidos, el fútbol se convirtió en furor gracias a la clasificación a octavos. Pero también pudrió el rancho. Es que este es un deporte mayormente de “latinos”, de negros, de demócratas seguidores de Obama, mientras los republicanos, admiradores de Busch, interpretan que afecta a sus raíces.

Ni que hablar de Francia, con las peleas entre los descendientes de los llegados desde las colonias africanas con los originarios de una de las tierras más xenófobas de la anciana Europa. Así les fue a los galos que, dicho sea de paso, llegaron a Francia como inmigrantes durante los años del imperio, de la eterna Roma.

Un capítulo aparte merecerían los países mediterráneos afectados por la crisis que les tiraron sobre las cabezas sus hermanos mayores del norte europeo. Grecia no resistió ni al primer partido, Italia hizo un papelón y España –si bien clasificó- empezó la serie con un buen susto. Los otros europeos, los rubios –Inglaterra, Holanda, Alemania-, tuvieron menos problemas para pasar de ronda.

Mientras tanto, por estas latitudes estamos felices con la clasificación de todos los equipos de la región, aunque después tengan que eliminarse entre ellos. Los argentinos estamos especialmente alegres gracias a la buena primera ronda y nadie se acuerda las barbaridades que dijeron mis colegas que apestan a señoras gordas de clase media sobre el técnico y sobre algunos de los jugadores a los que hoy admiran.

¿Será que el fútbol realmente divide aguas que van más allá de una camiseta?