Algunas explicaciones pueden no satisfacer a todos, pero hay que aceptar que existen. Es que, a partir de aceptar infinidad de puntos de vista, para todo hecho puede haber infinidad de explicaciones para cada hecho. El triunfo de un modelo globalizado mundial al hacer desaparecer la bipolaridad de las relaciones dominantes –aunque no la disputa norte-sur-, paradójicamente, generó la aparición de miriadas de posibles lecturas de la realidad, más allá de que indefectiblemente siempre terminen absorbidas y derrotadas por el unicato de la lectura hegemónica.
Es así que para la inseguridad, los medios de comunicación, la política, la economía, el dengue y la gripe porcina hay muchas formas de leerlas, pero finalmente va a ganar la del poder, obvio. Para la inseguridad tendremos jueces garantistas y pendejos maleducados; para los medios, censura oficial; para la política, desquiciados apocalípticos; para la economía, crisis por pésimas administraciones; el dengue, la mugre, y la gripe porcina, la falta de previsión.
Todos estos temas tienen un denominador común que es ocupar en los medios el lugar desde el que se infunde temor, pero además es el lugar del otro. Por eso no resulta extraño que un intendente, para terminar con la delincuencia construya un muro o que los adultos intenten que se encarcelen a los chicos; o que nunca se hable de supuestas libertades de expresión y no de empresas mediáticas; ni que se sinceren los proyectos políticos; o que ni se mencione la distribución del ingreso para resolver las cíclicas crisis, o para terminar con las enfermedades que siempre llegan desde otros países y que se tapan con barbijos.
La solución para los males cotidianos y el remedio para las enfermedades de la miseria es encerrarse o, mejor dicho, encerrar al otro. Quienes tienen el poder lo hacen de dos formas: en cárceles, manicomios, hospitales, institutos para menores, es decir por la vía coercitiva, o instándolos a sentir temor al mundo lo que los obliga a encerrarse en sus hogares: vuelve a triunfar el terror victoriano en la frase de cabecera que durante años aplicó un canal de la televisión porteña: “en casa”.
Con todos encerrados, todos aislados, todos ocultos a la sociedad, se pierde el espacio público, principal razón de ser de la democracia. Muerta el ágora, donde puede discutirse la cosa común, sólo resta inyectar en cada ex ciudadano la idea deseada por el poder: el vector son –obviamente- los medios que cumplen, entonces, las dos funciones atemorizar y relegar –encerrándolo- al pobre tipo y llenarle la cabeza de ideas convenciéndolo de que le son propias e inteligentes.
Llegamos –por fin- al individuo, así individual, no social, al sujeto, literalmente sujetado a un modelo que le impusieron y que aceptó de manera acrítica. Ese individuo sujeto temeroso no puede ser solidario, sólo se mira el ombligo, se aísla en la TV o en Internet, discrimina, es oportunista, ventajero y, adocenado por ese sistema que le resulta cómodo, tampoco puede rebelarse. Una maravilla de tipo torneado por la revolución mediática.
Estamos a punto de entrar en otra dimensión social: los argentinos vamos a superar esa incertidumbre diaria, ese temor que nos asalta día a día antes de salir a la calle. Era simple y se está por realizar: van a bajar la edad de imputabilidad penal para que los delincuentes juveniles no amenacen más nuestra existencia.
Pero eso –que de suyo es bueno- no es sólo alentador de por sí, sino que establece un antecedente que generará un círculo virtuoso que implica la posibilidad de reformar la ley dentro de un año y volver a bajar la ley, si esos monstruos adolescentes persistieran en su determinación y volver a hacerlo después, y después, y después. El único límite serían los dos años de edad, dado que a los delincuentes de un año y medio no se les entiende bien cuando espetan las amenazas y, además, no son muy duchos con las armas, lo que los hace menos peligrosos.
Aplaudo la valentía de la diputada Velarde de proponer ya bajar la edad hasta los 12 años, acelerando ese proceso. Porque me sublevan los energúmenos de esa edad que ponen en jaque a las fuerzas del orden que día a día muestran paciencia, bonhomía, contracción al trabajo, ejerciendo control sobre hinchas –no barras bravas-, maestros manifestantes, pizzeros rebeldes que no quieren convidarles, quinieleros que se niegan a compartir ganancias, conductores sin el último recibo del seguro y todo otro tipo de peligrosa lacra urbana.
Es necesario terminar con el paco, la cerveza, la cumbia villera y la ropa trucha de La Salada. Es imperioso educar a esos jóvenes para que cambien sus gustos e inviertan en blanca de la buena, vinos de alta gama (voto por un Perdriel Centenario), algún concierto de música barroca y ropa de algún shopping (Etiqueta Negra no está mal), con lo que volverían a ser socialmente aceptables.
Estos cabezas son descendientes de los que hacían asado con el parquet. Genéticamente no pueden aprender y así nos va, porque este país es genial, lo malo es la gente… aunque las playas del Pacífico sur son mejores que Mar del Plata, es mejor esquiar en Aspen que Valle Nevado, más atractivo el Sahara que la Patagonia…
Bueno, pero igual, sin gente este país sería mejor, entonces –debo retractarme, sin límitea- hay que seguir bajando la edad de imputabilidad no parar en los dos años, hay que llegar a los nonatos, anticonceptivos, control de natalidad, basta de pobres con mal gusto y poca educación.
Hay que terminar con los derechos humanos y los jueces garantistas. Ellos hablan así porque no lo sufrieron en carne propia. No pueden hablar, como tampoco ese pendejo cardiólogo que nunca tuvo alta presión no puede decirme que coma con menos sal, que deje de fumar, que adelgace, que camine, si él que sufre es mi corazón y no el de él.
Ya lo sabemos todos, los medios no mienten, estamos en el país más violento del mundo, muy lejos de paraísos de la seguridad como Estados Unidos, Rusia, Colombia, Medio Oriente. Los problemas argentinos terminaran cuando se termine con la puerta giratoria y no cuando se distribuya bien el ingreso, ¿qué es eso del 50 y 50?: un triste invento de Perón, un milico, y de Evita, una actriz.
Y tengamos en claro algo: los adultos no somos responsables de nada…
Ya empezaron a aparecer los candidatos y en cualquier momento se larga la campaña electoral. Es maravilloso, por todos lados van a salir los “punteros” a seducir a los votantes para arriarlos a su redil. Obviamente, cada uno hace ese trabajo con su método de acuerdo con lo que él mismo es o con lo que su interlocutor quiere que lo represente. El trabajo del “puntero” no es muy complicado: es asumir que, en toda sociedad con formas democráticas, todo ciudadano es un agente político; luego, esperar que el dirigente, el político, cree una corriente de opinión y después repetirla para juntar a la masa. El primer paso del trabajo implicaría que el político lance su sentencia: “no podemos echar por borda el trabajo de tantos años”, dirá el oficialista; “hay que sacar a estos corruptos del Gobierno”, será el enunciado opositor. Cada uno se valdrá de las herramientas que tenga a mano: la movilización, los discursos, la publicidad, las declaraciones, los medios. Se podría advertir que aquel primer instrumento, característico de los movimientos populares que mostraban así su poderío en la plaza pública, ha caído en desgracia; obviamente, el segundo -por estar vinculado con los actos públicos- se fue desdibujando. Quedan así tres recursos a mano del dirigente: la publicidad, las declaraciones y los medios. La primera de estas tiene que ver con la inversión, con el dinero que está dispuesto a pagar la organización en mostrar a sus candidatos; la segunda es la que hace el político no bien tiene un micrófono al frente; la última estapa es mezclarse con el medio, aliarse con él, confundirse en una simbiosis virtuosa. Si el trabajo anterior estuviera bien hecho, los futuros votantes estarán convencidos y convertidos en masa dócil hacia quien logró seducirlos y crítica del resto. Sólo le queda el reparto de ventajas: trabajo del “puntero”. Retomando: cada uno lo hará de acuerdo con su perfil y las aspiraciones de sus interlocutores. Unos “punteros” repartirán empanadas, cerveza y enseres domésticos, con lo cual conquistarán a los sectores de menores recursos y más fácil de ser convencidos con baja inversión. Pero cuando el destinatario tiene satisfechas esas necesidades y los obsequios deberían ser demasiado honerosos, entonces será más accesible y barato convencerlos con silogismos. Ese público dice aborrecer de personalismos y consignas, lo que no ha sido óbice para que caiga en cuanto quaternio terminorum se le ponga delante, siempre y cuando el “puntero” amerite su atención: empresarios, profesionales, religiosos, actores, deportistas -no futbolistas, ni boxeadores- reemplazan el chori, la birra y la chapa por crisis, inseguridad o cualquier otro mal. No es tanto qué dice, sino quién lo dice. Los asados que más me gustan los hace mi mujer, no tomo cerveza, todavía me sobran chapas y no encuentro dirigente que merezca que le corra detrás; no desconozco que la crisis es de la economía occidental, la inseguridad es intrínseca en este tipo de sociedad y me pudren las proposiciones unívocas de gente bien vestida. Ruego a los “punteros” que traten de seducirme con otras cosas: si fueran materiales, hagan una inversión importante, y si fueran intelectuales, traten de que sean inteligentes y divertidas. Pónganse las pilas, vienen las elecciones y el mío es un voto más.
“Las leyes son importantes seguramente, la reforma es importante seguramente, pero también es importante que las leyes den poder al Estado para intervenir e interactuar con las poderosas corporaciones de medios”
Rick Rockwell
Profesor Asociado de la American University
Los nuevos escenarios de la comunicación audiovisual
y el fortalecimiento de la democracia
Buenos Aires, octubre de 2008
El proceso por el cual la burguesía ha llegado a ser en el siglo XVIII la clase políticamente dominante se ha puesto a cubierto tras la instalación de un marco jurídico explícito, codificado, formalmente igualitario y a través de la organización de un régimen de tipo parlamentarioy representativo. Pero el desarrollo y la generalización de los dispositivos disciplinarios han constituido la otra vertiente, oscura, de estos procesos”.
Michel Foucault
Vigilar y Castigar
París, 1975
“Nadie pone en duda que la comunicación, la expresión y la radiodifusión son derechos humanos. No pueden ser consideradas simplemente como actividades comerciales. Es imperiosa la sanción de una ley que contemple la diversidad y la pluralidad de voces”.
Los 100 Periodistas
Buenos Aires, Abril de 2009
“El Proyecto (de reforma de la vetusta ley de Radiodifusión) sigue un proceso verdaderamente democrático, con una construcción de abajo hacia arriba y viceversa. Así se fue gestando en la Coalición por una Radiodifusión Democrática con participación de más de cien organizaciones sindicales, académicas, sociales y comunicacionales; el Poder Ejecutivo lo hizo suyo y lo bajó nuevamente para que se siga debatiendo en los foros donde cada ciudadano interesado puede aportar libremente sobre el tema”.
Federación Argentina de Trabajadores de Prensa
San Juan, Marzo de 2009
“Proponemos además modificar las estructuras, principios y objetivos de los medios del Estado, para que abran instancias participativas que, con una conducción democrática y representativa aseguren pluralismo y diversidad en sus contenidos”.
Presidencia de la Nación
Introducción a
Propuesta de Proyecto de Ley
Servicios de Comunicación Audiovisual
La Plata, Marzo 2009
Odio comenzar a escribir cualquier cosa -una nota, un cuento, una carta o lo que putas fuera- con una cita. Peor es hacerlo con varias. Pero quise evitar choques personales.
Hoy, 17 de abril, en la página 15 (impar) de Clarín apareció lo que se suponía no debía haber pasado de ser una propuesta para el debate interno de APBA. Pero alguien lo envió al matutino que, sin hesitar, lo publicó. El beneficio de la duda me lleva a evitar referirme a esa circunstancia. Pero quiero aclarar algunos puntos.
Se habla de la Propuesta de Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, a la que se califica de “insuficiente y autoritaria”. Aunque pareciera que lo de insuficiente apunta hacia la falta de precisiones sobre la evolución tecnológica y a la necesidad innegable de una ley de acceso a la información –parcial ya que el decreto actual sólo involucra al Poder Ejecutivo Nacional-, no tranquiliza a los que, como yo, reclamamos una ley de medios más amplia y que tenga en cuenta a los trabajadores de prensa, de la cultura, del espectáculo.
Maravilloso resulta leer que “Las consultas se hicieron con “los amigos del gobierno”, a las escondidas, y en asambleas universitarias promocionadas como foros federales de discusión”, ya que la campaña se inició hace más de cuatro años y se fortaleció en mayo de 2004, con la creación de la Coalición por una Radiodifusión Democrática integrada por más de 100 organizaciones de académicos –es cierto-, estudiantes, trabajadores, religiosas, políticas, sociales y de comunicación, que redactaron los 21 Puntos en que se basó la propuesta.
Esa movida incluyó carpas en Plaza de Mayo y mesas en esquinas de varias ciudades y pueblos del interior. Participé de alguna de esas actividades como miembro de Los 100 Periodistas e integrante de un sindicato de base de FATPREN –la APBA- organizaciones que acompañaron este proceso.
Pero además están esos foros –mencionados en el texto publicado hoy- que no sólo son para amigos del gobierno, ni son escondidos, ni meras asambleas universitarias.
Así se están realizando algunas como: el 30 de marzo en el Teatro Guido Miranda de Resistencia; el 1 DE ABRIL Centro de Convenciones de Posadas; 3 DE ABRIL, Jornada de debate Hall Central de Canal 7; 6 DE ABRIL, Centro Cultural “La vieja usina” (Gregoria Matorras 861)- Paraná. Entre Ríos; 8 DE ABRIL, Universidad Nacional de Córdoba; 14 DE ABRIL,Centro Cultural América, Mitre 23- Salta Capital; 15 DE ABRIL, Confederación General del Trabajo – Buenos Aires; 16 DE ABRIL, Teatro Argentino, sala Astor Piazzolla – La Plata;17 DE ABRIL, Universidad Nacional de Mar del Plata – Universidad Nacional del Centro; 20 DE ABRIL, Universidad Nacional de Rosario; 21 DE ABRIL, Universidad Nacional de Cuyo; 22 DE ABRIL, San Juan; 23 DE ABRIL, Universidad Nacional de la Pampa; 25 DE ABRIL, Carta Abierta (en el auditorio de la Facultad de Derecho)/ Feria del Libro, y 27 DE ABRIL, Neuquén Universidad Nacional del Comahue. Por más peronista que se sea se puede ir a alguna de estas reuniones, porque no todas son en universidades.
No vale la pena referirse a ninguna comparación entre una propuesta para un proyecto de ley (tres pasos antes de una posible sanción) con un decreto emanado de un régimen de facto, sin debates sociales, ni legislativos previos.
Para no seguir demasiado. Decir que el mensaje de la norma es: “al que no esté conmigo no le damos publicidad, no le renovamos la licencia, ni le permitimos expandirse comercial o empresarialmente”, es no tener en cuenta que una ley no es para dos años y que la democracia prevé la rotación de administraciones. Salvo que el autor de la frase da por descontada la eternización de las actuales autoridades, lo que lleva a pensar que es un ferviente partidario del gobierno o un enceguecido opositor resignado a ser un derrotado vitalicio.
Sin embargo, no me corresponde opinar mucho más sobre esa aseveración, pertinente para un dueño de medio grande o responsable de una cámara empresaria preocupados por la publicidad prebendaria de poderes ejecutivos nacional o provinciales y sólo soy un trabajador de prensa obligado a escribir y a reclamar por mis intereses y los de mis compañeros en cuanto al cumplimiento del estatuto y de las paritarias y no a buscar avisos.
Como muchas otras cosas, esto fue sólo una mentira más…